"Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor."

lunes, 26 de diciembre de 2016

Es la última vez

Leí el triste poema escrito sobre sus pupilas, lo leí cubierto de lágrimas que abrazaban mis labios. La misma hidratación salada, melancólica me mantiene ahora vivo y muerto.
 Me senté a un costado mirando la madera gastada del piso como si tuviera algún significado, coloqué mis manos por detrás de mi cabeza y me aplaste hasta llegar a las rodillas. Una, dos, tres horas.
 Enderecé mi  cuerpo y estiré las piernas cruzadas, pausé mi mirada en un foco quemado. Una, dos, tres horas.
  Escuché un ruido seco y delicado, sonaba a madera contra madera. Cerré los ojos con fuerza lo que duró el sonido.
 Le dije adiós entre dientes, le dije adiós como si todavía me durara el orgullo, como si no sintiera el ácido de culpa que recorre mi estómago. Le dije adiós como si todavía estuviera enojado por eso que dijo antes de salir, antes de morir.  

sábado, 3 de diciembre de 2016

Cielo

Corremos, corremos y corremos. De la mano corremos, y nuestras sonrisas se extienden hasta el cielo. Somos, estamos en el cielo.
 La luz que se desprende de tu amor me derriba y caigo en la hierba, que son nubes. De la mano caemos, y nuestras sonrisas se extienden hasta el cielo. Somos, estamos en el cielo.
 El sol entibia mi piel, pero es tu mirada. Lo que pensas de mí empieza a ser lo que pienso de mí. Te miro y pregunto ¿por qué? y tu mente que ahora es también la mía me contesta junto al fulgor de nuestros ojos, es amor.
 Se me van cerrando los ojos, nada a mi alrededor captura más mi atención que vos, y vos estás en mí. Somos, estamos en el cielo.
 Es amor.

jueves, 10 de noviembre de 2016

El orden.

Nacer crecer vivir comer dormir despertar.
Vivir intentar, sonreír, experimentar fallar llorar.
Superar, amar llorar perder ganar subir y bajar.
Salir, brillar, caer oscuridad dolor.
Luz, amor, sonreír: paz.
Perseverancia, obediencia, amor, calma, felicidad; fe.
Recompensa, creer y disfrutar. Amar y disfrutar.
Sentir o no sentir y creer, y amar.
Firme sin depender de las variables.
Sentir o no sentir y amar, y creer.
Morir, y vos.
Vivir y vos, para siempre.

lunes, 11 de julio de 2016

Agua que no has de beber


Una plaza con muchos árboles, banquitos de cemento, pasto verde y un punzante aroma a besos y desamores.
 Cierta vez, sentado en uno de esos tantos asientos grises y tapado por un enorme ficus estaba Santiago, con los ojos vidriosos y llenos de bronca.
 Hace ya media hora que se ancló a la plaza con el corazón roto, tenía en la mano y llena de gotitas saladas una campera con capucha que debería haberse puesto, pero no lo hizo. Santiago no dejaba de pensar en la mujer que después de un año y medio de relación le contó que ya no lo amaba, y que eso la llevo a enamorarse de otro. En ese momento lo que más le dolía era que para ella todo fue fácil. Dejarlo fue fácil, olvidarlo fue fácil, ser feliz parecía serle fácil, irse tranquila con ese sweater azul que tan bien le quedaba le fue fácil.  
Toda esta injusticia lo hacía imaginar (y desear que ocurrieran) escenas un tanto raras, en su mayoría inofensivas, pero raras.  Lo que más le gustaba pensar era que una bandada de palomas de estómago débil decidieran descargar su furia rancia sobre ella, su ex. Lo pensó toda esa media hora en la que no se movió de su lugar, le gustaba tanto esta idea que de a ratos se escurría una sonrisa macabra en sus labios. ¡Cómo y cuánto lo deseó!
***
―Che, Alberto ¿y esa chica de azul? ¿Qué te parece? Ya no aguanto más.
―No, Susana ¿no ves que camina muy rápido? Se nos va a escapar, tenemos que encontrar a alguien más tranquilo. Además, vos sabes que no puedo sin sentarme.
―Ahí ahí, ese árbol es hermoso, podemos estar cómodos y veo a alguien sentado debajo.
―Me parece perfecto, me encanta ese ficus.
Las dos palomas encontraron una rama que quedaba justo por encima de su víctima, y luego de acomodarse llovieron el agrio excremento entre risas y alivio.
***
Una mancha en la mejilla izquierda, tres en la camiseta verde y dos en el pelo. Santiago miraba con asco las marcas que evidenciaban su derrota, pero sonreía lleno de asombro por la coincidencia entre lo ocurrido y sus pensamientos.
Santiago se paró, miró a su alrededor con satisfacción y lo entendió todo. Empezó a caminar, y a pesar de estar destrozado, avanzó y avanzó.