Hoy digo, hoy pienso.
Mi cuerpo no es perfecto, mis piernas y brazos no lo son, mi panza no lo es. Ni siquiera mi rostro. Nada en mi cuerpo encaja en el estereotipo de belleza.
No digo, soy fea. Digo, no soy una mujer extremadamente atractiva.
Pero
Hoy digo, hoy pienso
O pensé.
Mi cuerpo es lo más maravilloso que me dió Dios. Me di cuenta de que:
Mi cuerpo es casa de adoración, y lo será siempre.
Lo sé porque responde automáticamente a una canción de adoración a Dios. Responde con llanto, sonrisas, bailes y cantos.
Mi cuerpo acepta rápidamente la majestad de Jehová y alaba sin preguntarle a mi mente, dudas, a mis razonamientos caóticos y problemáticos. Contesta al creador perfecto sabiéndose perfecto a sus ojos. Despierta en alabanza cada vez que tiene la oportunidad.
Amo mi cuerpo, mi cuerpo es casa de adoración.
No importa a donde vaya, no importa con quién esté o deje de estar. No va a importar si me caso y tengo hijos, si algo cambia o se arruga, si tengo más o menos de algo.
Siempre que tenga algo de cuerpo, lo que quede o reaccione de él, será casa de adoración a Dios.
Una vez más
Mí cuerpo es casa de adoración.
No podría ser mejor.
Texto sin revisión/correción.
Es un visceral escrito a las tres de la mañana.